Empiezo yo.
Todo esto del COVID19 me pilló casi que en un avión,
literal y metafóricamente hablando…
En diciembre del 2019 había dejado mi trabajo estable,
para irme a la aventura de vivir en Londres, había hecho contacto con algunos recruiters (cazadores
de talento) y sabía que había muchas posibilidades de encontrar trabajo allí.
Cogí maletas y me fui, dejando mi familia de momento
mientras yo buscaba donde establecernos. Había llegado allí y estaba encantada
con la ciudad pero me hacía mucha falta mi hijo (Ian de 5 años) y después de
volver a casa un par de veces a recargarme de energía ya lo tenía asimilado
para seguir con mi propósito.
Seguían las entrevistas, las cartas, la búsqueda mientras
me recorría la ciudad para conocerla. Conseguí trabajo en el Greenwich Market,
allí estaba solo los fines de semana, un trabajo perfecto para adaptarme y ya
solo me faltaba encontrar sitio en mi
profesión y todos los días, hablaba con recruiters, para ver si encajaba en
algún lugar. Todos me decían que
siguiera que estaba a punto de encontrar algo,
en lo que encuentres el primer trabajo ya estas dentro, lo que cuesta es
entrar (siempre prefieren a alguien con experiencia en UK).
Y rompe el COVID19 y un 13 de marzo anuncian alerta en España,
pero en Londres seguíamos como si nada, pubs llenos de gente, todos en la
calle. Lo único que si me di cuenta que empezaba a escasear era el papel
higiénico y los geles antibacteriales. Pero en general, la gente seguía como
normalmente era para la fecha.
Pero yo tenía un susto en el cuerpo por quedarme
incomunicada con mi hijo, por lo que decidí venirme el 14 en el último vuelo
Londres-Coruña.
Así que se cambian los planes de un momento a otro, y
aquel trabajo que estaba a punto de conseguir, de momento, no será.
Nos queda trabajar desde casa mucho tiempo y adaptarnos a
la nueva normalidad.
Así que aquí estoy, desde casa, dedicándome a escribir
sobre lo que hacemos los interioristas y como nos vamos adaptando a esta nueva
realidad.